martes, 16 de octubre de 2012

Crisis en España vs Crisis de Valores

Es evidente que estamos viviendo una de las mayores crisis económicas de nuestra historia reciente.  Echando un vistazo no demasiado profundo a las noticias e informaciones que nos llegan todos los días, podemos deducir diversos condicionantes que no sólo han contribuido, sino que están prolongando un ciclo económico francamente duro para nuestra sociedad.

Según informaciones recopiladas en los últimos meses, sabemos que estos son los posibles condicionantes que explican, al menos en parte, la actual situación:

- Existencia de una abultada burbuja inmobiliaria que durante su etapa de crecimiento fue alimentada por una clara acción permisiva de nuestro Banco de España.  Una falta de regulación específica del sector bancario pudo haber causado que la banca privada concediera préstamos suavizando los criterios que rigen su concesión.  Préstamos que aumentaron la cantidad de dinero disponible entrando a formar parte del flujo circular de la renta.  Pero no debemos olvidar que el Banco de España es el principal órgano supervisor del sistema financiero.  Por tanto, cabe deducir que su labor durante los años de burbuja no haya sido la que habría cabido esperar, al no valorar adecuadamente el nivel de riesgo al que se estaba sometiendo el sistema.

- También disponemos de una clase política realmente aferrada al poder, un oligopolio de partidos con un poder autónomo que ha creado su propia estructura de puestos, adecuada para acoger a iguales, familiares y amigos.  Sueldos elevados, estructuras caras e improductivas.  El estamento político, en coalición con el poder económico, devora y se reparte los fondos públicos.  Prueba de ello es el actual sistema autonómico, claramente insonstenible en su configuración actual, la amplia red de empresas públicas, y la existencia de suculentos contratos entre Administraciones Públicas y empresas privadas.

- Las necesidades monetarias de nuestro sistema bancario durante la burbuja motivaron la entrada de fondos del exterior, demanda que fue atendida en gran parte por préstamos de otros bancos europeos.  Es razonable pensar que ahora que existen dificultades para devolverlos, los gobiernos de nuestros colegas europeos (fundamentalmente Alemania y Francia) tengan incentivos para promover ayudas y rescates a favor de España que aseguren el pago de las deudas a sus propios bancos.

- Y si seguimos investigando, encontraremos otros argumentos más o menos acertados, en la línea de los anteriores, que explican el origen y el mantenimiento de la actual crisis económica.

Pero indudablemente, para entender mejor la situación, va a resultar obligatorio abstraerse de toda clase de ideas políticas.  La tradicional estructura política en España tras la Guerra Civil y la posterior dictadura franquista, ha marcado profundamente las diferencias entre derechas e izquierdas, y no ha hecho más que enturbiar la comprensión de la realidad, así como  manipular a la población en un sentido o en otro.  Aunque será un tema de otro post, adelanto que ha existido un claro interés por remarcar esas diferencias en aras de asegurar el voto cautivo.  Es obvio que, por ejemplo, un votante de izquierdas dificilmente votará al PP, por muy mal que lo haga su actual partido.  Mantener vivas las diferencias históricas asegura un voto fiel y cautivo.

Y digo esto porque:   NO EXISTE CONCIENCIA DE CONTRIBUCIÓN A LA SOCIEDAD.  Para explicar este concepto, resulta obligado hablar de Nación, de Estado, y de España en definitiva.  Por desgracia, estas tres últimas palabras son objeto constante de toda clase de connotaciones históricas relacionadas con el franquismo, el poder, la derecha y la religión ultra-católica.  Entonces, ¿cómo podemos hablar de la necesidad de contribuir a nuestra patria sin ser tachados de fachas?  lamentablemente existen demasiadas interferencias, el mensaje difícilmente llega a la sociedad.  La política tergiversa y manipula este tipo de afirmaciones para que lleguen a la población con un formato predeterminado.

En este sentido, me viene a la mente el caso de los países nórdicos.  Por ejemplo, Dinamarca disfruta de una protección social frente al desempleo realmente envidiable.  Sin embargo, al Danés medio no se le ocurriría dejar su trabajo para aprovecharse de esa cobertura, ya que tienen clara una conciencia de contribución con su trabajo a la sociedad

¿Por qué en España escasea la conciencia social del bien para la colectividad?   En mi opinión, esto es así porque estamos perdiendo los referentes que nos deben guiar, estamos perdiendo la guía que debe marcar nuestro rumbo, nuestro norte.

Hace años, un inspector de hacienda comentaba en televisión que cada vez que tiene lugar un caso de corrupción política de gran alcance mediático, se observa en los meses siguientes un aumento de la tasa de fraude fiscal entre la población general.  Estos son nuestros referentes.  Si nuestros líderes (de opinión) actúan de modo fraudulento, el ciudadano medio tiene incentivos para actuar mal también.

La falta de valores y de referentes claros hace que los ciudadanos vean justificadas conductas poco éticas por el mero hecho de que 'todo el mundo lo hace'.  De esta forma, se convierte en un comportamiento "lícito" no pagar IVA en las chapuzas caseras, superar el límite de velocidad si no hay rádar a la vista, cobrar el seguro de desempleo mientras trabajo sin contrato, y otros tantos ejemplos.

Lo verdaderamente alarmante es la respuesta a la pregunta ¿quién se encarga hoy día de impartir reglas éticas y valores capaces de resistir estos reiterados ataques?  La respuesta puede ser inquietante:  se me ocurren los siguientes:  los programas de televisión, incluyendo famosos de la telebasura, la clase política con sus intereses particulares, líderes de opinión como futbolistas y otros personajes públicos.  Con esto no quiero decir que estas personas no tengan opiniones válidas, pero desde luego disponen de un poder sobre las opiniones de las personas que no debía recaer en ellos.  El definitiva, el consumismo, el capitalismo, el egoísmo individual se convierten en los nuevos referentes.

Tradicionalmente se ha encargado de la función doctrinal y moral a la iglesia, pero ésta ha sido menospreciada injustamente con motivo de la intensa búsqueda de libertades tras una etapa de dictadura represora.  Ahora nos encontramos en el extremo contrario del péndulo.

Sólo confío en que el péndulo termine por centrarse en un terreno más neutral que permita que las personas formadas en campos como la filosofía y ética sirvan como referentes válidos para la sociedad.  Como decía Sócrates, de la misma forma que cuando confiamos nuestro entrenamiento físico a un maestro en educación física, no prestamos atención a las opiniones que un profano pueda tener sobre nuestros rigurosos hábitos alimenticios, no podemos permitir que cualquiera se convierta en referente de nuestros valores y principios, si no es especialista en el terreno ético y moral.

Ésta es ahora nuestra asignatura pendiente, dotar a la población de un sistema de valores capaz de dirigir los esfuerzos individuales a un fin común de provecho, hacia una sociedad mejor para todos.




miércoles, 18 de julio de 2012

Las redes sociales ¿son realmente inofensivas?

Asistimos a un nuevo fenómeno social de gran calado entre la población:  las Redes Sociales.  Su uso se encuentra ampliamente generalizado entre la población joven, pero también entre muchos adultos.  Su atractivo junto con su utilidad resultan indudables, pues nos permiten estar al tanto de gran cantidad de sucesos y eventos acaecidos en nuestro entorno personal más inmediato, de una manera fácil, divertida y dinámica, y con gran capacidad de interelación.  Además, estas plataformas están permitiendo recuperar el contacto perdido con antiguos compañeros del colegio y con viejos amigos del instituto o de la universidad.   Sus aspectos positivos en el ámbito de la relación son claros.  Por su propio funcionamiento, podemos estar al tanto de todo lo que nuestros contactos deseen publicar, así como responder con comentarios, opiniones, gustos, etc.  Pero más que centrarme en sus ventajas, de sobra conocidas, me interesa mucho más destacar sus peligros.

Cuando accedemos a la red social a través de un PC o un portátil, tenemos relativamente acotado el espacio y el tiempo que dedicamos a ello, pues este tipo de acceso implica encender el equipo, conectarse y transcurrido un tiempo finalizar la sesión y desconectar el equipo, y por tanto desconectarse de la red.  Pero el problema viene cuando tenemos instalada la aplicación en el móvil.  En este caso, nos encontramos permanentemente conectados a la red, lo que supone un contacto continuo con todos los sucesos que en ella suceden.

Así, por ejemplo, podemos ver las fotos que alguno de nuestros amigos ha colgado en la red relatando su fin de semana en la playa, donde le vemos disfrutando en alguno de los locales de moda en compañía de un par de chicas exuberantes de muy buen ver.  Una publicación de este tipo, va a generar una cascada de reacciones y comentarios por parte del grupo de contactos / amigos, a los cuales responderá el propio interesado, generando de nuevo más comentarios y respuestas.  Se crea entonces un efecto en cascada sobre un tema bastante trivial, y lo más importante, se genera un flujo de información dirigido a los destinatarios con gran cantidad de mensajes por unidad de tiempo, es decir, con una frecuencia relativamente alta.  Al tener la aplicación instalada en el móvil, cada vez que algún miembro del grupo comenta algo, nos vamos a encontrar con numerosos avisos que reclaman constantemente nuestra atención, estemos donde estemos.  Estos avisos interrumpen nuestra actividad diaria, nuestra vida REAL.

Es evidente que el principal coste que debemos asumir por mantener y mejorar nuestra presencia en la red es el tiempo.

El tiempo, como recurso escaso, es susceptible de usos alternativos y si lo dedicamos en gran medida a las redes sociales, descuidaremos necesariamente otros usos del mismo mucho más productivos, ya sean relativos a nuestra formación académica, profesional o personal

El uso reiterado y generalizado de las redes sociales, siguiendo este planteamiento, podría estar causando una merma en nuestros conocimientos, en la capacidad que debemos poseer para comprender e interpretar adecuadamente nuestro entorno y en definitiva podría ser causante de una merma en nuestro espíritu crítico.  Todo ello motivado por la sencilla razón de que dedicamos menos tiempo a nuestra formación personal.

No puedo evitar relacionar el flujo de información que origina una red social en toda su plenitud, con los programas de telebasura de gran éxito mediático.  A través del programa de telebasura de moda podemos estar al tanto de todos los sucesos, opiniones y noticias que surgen de la vida de los famosos de turno.  Pues bien, la red social ha conseguido trasladar este modelo a nuestro ámbito personal, sustituyendo la vida de los famosos por la vida de nuestros amigos.  Esta es una reflexión que debería hacernos pensar.

Es decir, a través de una carcasa aparentemente inofensiva, que consiste en estar al tanto de los últimos acontecimientos que ocurren en la vida de nuestros amigos y conocidos, se está fomentando el ejercicio de un ocio vacío, totalmente improductivo, y que tiene como consecuencia un resultado perverso:   utilización de un tiempo en actividades no productivas al que debemos añadir la correspondiente adicción.  El propio sistema de retroalimenta.

En definitiva la idea de fondo que explota la propia filosofía de las redes sociales es la búsqueda de bienestar en nuestro ámbito privado.  Necesitamos tener nuestras necesidades cubiertas y buscamos la felicidad y nuestra satisfacción personal en nuestro día a día, con el mínimo esfuerzo.  Las redes sociales ocupan nuestro tiempo, nos satisfacen y nos alejan de la realidad, mediante la aplicación de un simple principio de desplazamiento.  Los verdaderos problemas quedan entonces en un segundo plano.

La red social se constituye como una potente herramienta de evasión de la realidad.  En la misma línea que el fútbol.  Nos produce satisfacción personal y permite dejar a un lado aquéllos problemas sociales cuya solución, a priori, no está a nuestro alcance.

A la vez que vemos reducido nuestro espíritu crítico, queremos tener nuestros problemas solucionados, pero no queremos resolverlos nosotros mismos.  Está claro que requiere demasiado esfuerzo, y normalmente su solución es imposible cuando actuamos individualmente.  Es un principio básico.  Para explicarlo mejor pondré el siguiente ejemplo:  sabemos que hay un ladrón de coches en el barrio.  Evidentemente todo el mundo quiere que le atrapen, pero pocos estarían dispuestos a enfrentarse al ladrón si le vieran actuando.  Para ello, delegamos nuestra responsabilidad en las fuerzas de seguridad, para que sean ellas quienes se ocupen del trabajo sucio.  Pues exactamente lo mismo ocurre con los problemas sociales y económicos que sufrimos a diario.  Nos quejamos constantemente del paro, la pobreza, las desigualdades, de la situación económica, de los sueldos, etc.  Tenemos una responsabilidad como sociedad para afrontar la solución de estos problemas, pero delegamos nuestra responsabilidad en las autoridades (políticos).  Éstos, con mayor o menor acierto, harán lo que puedan pero resulta manifiesto que reciben una gran cantidad de poder procedente de nuestras cómodas manos.

Con esto no quiero decir que el sistema sea erróneo, aunque sí mejorable, ya que hasta el momento es el menos malo de entre los existentes.  En lo que sí quiero hacer hincapié es la secuencia:  red social - consumo de tiempo - merma en la formación - espíritu crítico minorado, va a motivar necesariamente una mayor tolerancia por parte de la población a los errores de la clase dirigente.  Este es el verdadero peligro. 

Tendemos a una sociedad que se queja pero no actúa, una sociedad conformista y acomodada.  Una sociedad con menor capacidad de reacción.  Es el paraíso para el poder.

jueves, 10 de mayo de 2012

¿Por qué nos cuesta tanto superar nuestros miedos?

Interesante mecanismo el que operan los miedos en nuestra mente.  Quién no ha tenido alguna vez un susto con el coche, o le cuesta coger un avión.  Y qué me dices del miedo al agua, o a las alturas, a los espacios abiertos, etc.

Son situaciones cotidianas en las que se ven mermadas considerablemente nuestras capacidades, y todo por culpa de los miedos que muchas veces nos condicionan y otras nos anulan totalmente.

Por desgracia, nunca estamos exentos de sufrir algún tipo de accidente, con el consiguiente trauma posterior, pero lo que si tengo claro es qué es lo que se debe hacer cuando esto ocurre.

Debemos abordar dos situaciones diferenciadas, según el momento en que nos encontremos: 

  1. El suceso traumático se acaba de producir.
  2. Éste se produjo hace tiempo, conscientemente o no,  y el miedo ya se ha instalado con fuerza.

1. El primer caso, donde el suceso acaba de tener lugar, tiene fácil solución. 

Lo vemos mejor con un ejemplo:  Conducimos como todos los días del trabajo a casa, pero en esta ocasión hemos sufrido un pequeño percance.  Un insensato nos ha sacado de la carretera mediante una maniobra temeraria.  Hemos tenido que dar un volantazo para esquivarlo, y lo hemos conseguido con éxito, aunque tenemos un golpe pequeño de chapa.  Nos encontramos en el arcén con un enorme susto en el cuerpo y el pulso acelerado.  No ha pasado nada grave pero las consecuencias podían haber sido mucho mayores.  Tras comprobar los pequeños daños decidimos continuar camino a casa.

Nuestra reacción en los instantes siguientes al incidente es determinante.  Tras analizar una y otra vez el suceso en nuestra cabeza, comienza a surgir la idea de que quizás conducir sea más peligroso de lo que creíamos, y que sería más seguro utilizar el transporte público.  Este pensamiento, en otro contexto, resultaría loable,  pero en estos momentos tiene una importancia enorme.

Se trata de un anzuelo, si lo mordemos tendremos problemas.  Estamos buscando excusas para no coger el coche.  En estos momentos nos encontramos en la fase inicial, y el miedo aún es controlable por lo que debemos actuar rápido y con determinación.  Lo que debemos hacer es obligarnos a coger el vehículo tantas veces como sea necesario, hasta que cese el sentimiento de miedo que acaba de producirse.  De lo contrario, sucumbiremos al sentimiento de inseguridad, buscaremos medios de transporte alternativos y lo más preocupante, estaremos alimentando el miedo que se ramifica en nuestro interior como las raíces de un árbol. 

Nuestra actuación en los primeros momentos resultará esencial, dado que el miedo va cobrando fuerza según pasan las primeras horas, y debemos atajarlo antes de que sea mucho más difícil de controlar.  En los primeros momentos, el miedo aún es vulnerable y fácilmente manejable, pero poco tiempo después ya no será así.  De ahí la importancia de retomar de nuevo y cuanto antes la actividad que nos preocupa, de modo que no alimentemos innecesariamente el miedo que está naciendo de forma incipiente.

La utilización de esta sencilla técnica, nos ayuda a recobrar la normalidad en muy poco tiempo y con apenas esfuerzo.


2. Mención diferente merece este otro supuesto, en el cual el miedo ya se encuentra fuertemente arraigado fruto de muchos años de presencia.  En estos casos, el sentido común y la experiencia me han llevado a utilizar sencillas técnicas muy efectivas para abordar el problema.  De nuevo las expondré con un ejemplo.

En este caso nos sentimos impotentes a la hora de coger el coche.  Hace años que aprobamos el carnet de conducir, pero quizás por dejadez no llegamos a utilizar el coche con mayor frecuencia, de modo que lo fuimos dejando.  En estos momentos hemos perdido casi totalmente nuestra habilidad para conducir, y se nos despierta un miedo insuperable cada vez que pensamos siquiera en la posibilidad de ponernos al volante.

La estrategia a seguir será afrontar sucesivos retos que sean fácilmente asequibles.  Siguiendo con nuestro ejemplo, el primer paso será sentarnos en el asiento del conductor y quedarnos inmóviles unos segundos.  Después, podemos manejar los pedales, utilizar la palanca de cambios, colocar los retrovisores, en fin, familiarizarnos con los mandos del vehículo.  Pero todo ello con el vehículo parado.  Parece un reto fácil ¿verdad? de eso se trata.  Repetiremos esta operación varias veces en los días sucesivos.  Cuando nos sintamos cómodos, pasaremos a la siguiente fase.

Segunda fase.- Tras repetir las operaciones descritas en el párrafo anterior, arrancaremos el vehículo.  No tenemos que hacer más que permanecer unos minutos al volante, con el vehículo parado y el motor en marcha.  Igualmente repetiremos esta fase varios días hasta sentirnos otra vez cómodos con la nueva situación.  No olvides que no deberemos pasar nunca a la fase siguiente si no hemos conseguido normalizar la anterior.

La tercera fase será igualmente sencilla.  Partiendo de la fase anterior, arrancamos el motor y recorremos una distancia no superior a 50 metros.   Puede ser una vuelta a la manzana, al garaje o símplemente llegar a la siguiente esquina.  Obviamente habremos elegido una zona de circulación tranquila y sin tráfico.  De nuevo repetimos esta operación todos los días que sean necesarios hasta conseguir afianzar nuestra confianza.  Al fin y al cabo son tareas sencillas que nos están suponiendo poco esfuerzo incremental.  Resulta fundamental tener afianzada la fase anterior para que la nueva no nos suponga mayor problema.  Los nuevos retos siempre deben ser asequibles:  estamos sorteando nuestros miedos por la parte trasera, y paralelamente los estamos debilitando casi sin darnos cuenta.

Los siguientes pasos son fácilmente previsibles.  Siguiendo esta mecánica, deberemos ampliar gradualmente el radio de conducción, 100 metros, 500 metros, una vuelta por el barrio, de compras al centro comercial, salida a la autopista, búsqueda de aglomeraciones;  y así sucesivamente incrementaremos de forma progresiva pero de modo muy gradual el nivel de dificultad.

Como siempre, espero de verdad que estos consejos te sean de utilidad.








martes, 17 de abril de 2012

El café y otras drogas

Es probable que el título de este post sea lo suficientemente disuasorio para que muchos amantes del café ni tan siquiera comiencen a leerlo.  Es lógico, pues según la cultura popular el café no es una droga o, al menos, no es tan dañina como las demás.  Personalmente no estoy de acuerdo con esta afirmación.  Permíteme explicarte mis motivos.

El café utiliza exactamente el mismo mecanismo de captación de la adicción del individuo que otras drogas.  El patrón es siempre el mismo, veamos las siguientes situaciones:

"Vaya, que sueño tengo, acabo de comer y todavía tengo que estar despejado para solucionar por la tarde los asuntos de la oficina".  O bien, "hoy he dormido dos horas menos y no puedo con mi alma, me vendría bien algún tipo de ayuda".  

Evidentemente las causas que nos llevan a tomar el primer café se van a repetir en el futuro, dado que son de lo más cotidianas.  Es por ello que acudimos tan fácilmente al café, dado que goza de una amplia implantación social, es fácilmente accesible y económicamente asequible.  Además no está mal visto y cumple una función social de relación.

Hasta ahora todo bien, porque es cierto que cuando te tomas una taza de café, sientes su agradable sabor y recibes el pequeño aporte de energía que te ayuda a sobrellevar mejor el día a día tan estresante que sufrimos.

Pero, y siempre hay un pero, yo me preguntaría ¿es realmente necesario?  Cuando el café hace su efecto, efectivamente recibes ese pequeño empujón que tanto necesitas.  El incremento de energía se realiza a costa de los recursos de tu propio organismo, por lo que sometes al cuerpo a un esfuerzo adicional.  Transcurrido un pequeño periodo de tiempo, tienes más cansancio que antes dado que han cesado sus efectos, y el cuerpo aún se está recuperando del sobre-esfuerzo.

Este mecanismo sólo opera en las primeras etapas del consumo, porque cuando éste se consolida, ocurre lo siguiente.

Lo más curioso es que el cerebro, como ocurre con otras drogas, rápidamente se acostumbra a la dependencia de la cafeína, y pronto resulta imperativo su consumo, pero no ya para experimentar un aporte de energía extra, sino tan sólo para mantener la situación de normalidad.  

El resultado final podría resultar cómico si no fuera porque afecta a muchísimas personas dependientes de esta sustancia, pero la secuencia se resume muy bien como sigue:
  1. Como estoy cansado me tomo un café porque me ayuda a estar mejor. 
  2. Ahora que estoy acostumbrado al café, necesito tomarlo para estar "normal".  Igual de "normal" que me encontraba cuando no era dependiente de él.
En esta etapa, ya ha cesado en gran medida su efecto energético.  Ahora su consumo es necesario exclusivamente para mantener el equilibrio habitual del cerebro.  Se ha producido la tolerancia a la droga.

Interesante mecanismo: antes no tomaba café, y ahora que lo tomo y estoy acostumbrado a él, necesito consumirlo para encontrarme como antes de no haberlo tomado nunca.

Con el añadido de que ahora, para poder conseguir en mismo efecto estimulante de los inicios, deberé aumentar la dosis.  Entonces el cerebro pronto volverá a generar tolerancia a volveremos de nuevo al comienzo.  Necesito un mayor consumo para recobrar la normalidad.  La misma que tenía antes de probar mi primera taza.

¿Como se sostiene esta situación?  Evidentemente gracias a su poder adictivo.  Si no sería insostenible.  La adicción tiene la habilidad de hacernos creer las cosas que no son, racionalmente pensamos una cosa y subconscientemente ocurre otra, pero no nos enteramos.   Sólo conozco una forma de que la adicción dé la cara y pase a plano consciente: Lo único que tenemos que hacer es dejar de tomar café.

Inmediatamente se desencadena la tormenta emocional y todo tipo de argumentos nos invitan a volver al consumo.  El proceso es muy similar el que describo en el post del mes pasado sobre cómo dejar de fumar http://loscafesdecalatrava.blogspot.com.es/2012/03/como-dejar-de-fumar.html

La guerra está servida.  La droga ha dado su peor cara y sale a la luz.  Ahora sólo nos queda armarnos de paciencia y prepararnos para la lucha.  Los consejos que incluía en ese post sobre como dejar de fumar resultan perfectamente válidos para este caso.

Si eres consumidor de cafeína, seguramente ya te hayas planteado alguna vez esta forma de operar, pero no está demás que te lo recuerden de vez en cuando.  Personalmente, entre las cosas que más detesto se encuentra la pérdida de libertad debida a la dependencia a sustancias adictivas.  Este puede ser un buen argumento para decidir dejarlo.


jueves, 29 de marzo de 2012

Cómo dejar de fumar

Una de las mejores cosas que he podido hacer es dejar de fumar.  Fumaba una cajetilla diaria y tras mucho esfuerzo conseguí dejarlo hace ya 12 años.

Tengo intención de compartir mi experiencia así como el sistema que utilicé, y voy a compartirlo de forma gratuita.  Mi única satisfacción será saber que, a través de mis consejos, puedas conseguir una mejora en su calidad de vida.  Para mí es suficiente.

En primer lugar, el tabaco es una droga que dispone de una fuerza extraordinaria.  Su intensidad sólo sale a la luz cuando decides dejarlo.  Mientras tanto, el sujeto tiene conciencia de que es fumar es perjudicial, pero el mensaje no tiene calado en la conciencia.  La droga actúa así.

Desde mi punto de vista, la droga opera a un nivel subconsciente, y es capaz de manipular hasta tal punto al individuo que puede conseguir la completa destrucción física, la muerte.  El proceso comienza con un primer contacto.  Nadie con dos dedos de frente que se fuma su primer cigarrillo espera terminar con los pulmones negros sufriendo algún tipo de cáncer.  Entonces se crea una ficción en el cerebro:  el pensamiento predominante es "yo controlo".  Pero no percatamos de que el proceso se ha desencadenado sin que nos demos cuenta, ya que se produce a un nivel subconsciente sobre el cual no tenemos control.

Invariablemente, las razones que nos llevaron a fumar ese primer cigarrillo (ya sea estrés, imagen, rebeldía, etc...) tarde o temprano se volverán a repetir, con la diferencia de que ya está el camino hecho para consumir ese segundo cigarrillo.

Esta es la puerta de entrada.  Por suerte no todos los que cruzan la puerta terminarán fumando, pero está claro que todos los fumadores han pasado por esa puerta.

A partir de este momento, la ficción mental opera con más fuerza y de un modo perverso.  Por un lado se reafirma la conciencia de control sobre el consumo ("yo controlo"), y por otro, cada vez se fortalece más la adicción con el establecimiento de un consumo mínimo pero constante en el tiempo.  Ello implica que estamos empezando a ser adictos a la nicotina pero no somos conscientes de ello.

El proceso el lento pero firme, la ilusión de la conciencia de control permite a la droga operar casi con total impunidad:  los mecanismos que provocan la adición no están disponibles para la parte consciente del cerebro, que sólo consigue acceder a un espejismo que es capaz de ocultar la verdadera realidad. 

Aunque no se puede generalizar, en mi caso transcurrieron dos años desde el primer cigarrillo hasta que me convertí en fumador.  Es un proceso relativamente rápido.

Unos decidirán dejar de fumar pronto, otros más tarde, y algunos otros nunca.  Entre los primeros algunos tendrán éxito y otros no.  ¿por qué ocurre esto?  pues porque cuando decidimos dejar de fumar se desencadena una verdadera batalla con lucha de guerrillas, artillería y carros de combate, se trata de una guerra.  Nuestro enemigo es nuestro yo fumador, el problema es que ¡vamos a luchar contra nosotros mismos! 

Indicar que esta ficción me ayudó enormemente en el proceso de abandono del tabaco y resulta muy útil a la hora de definir su funcionamiento.

Partimos del supuesto de que nuestro enemigo es un yo fumador, que conoce perfectamente nuestros gustos, preferencias y debilidades.  Nos conoce incluso mejor que nosotros mismos ya que accede a partes de nuestra mente a las cuales nosotros no tenemos acceso, me refiero a elementos del subconsciente.

En principio, parece una guerra desigual y realmente lo es.  La única ventaja que tenemos es que el mero paso del tiempo va a debilitar a nuestro enemigo.

Cuando decidimos dejar el tabaco, al principio nuestro enemigo se lo tomará a broma, y te distraerá con cualquier argumento del tipo 'fumar no es tan malo', 'de algo hay que morir', 'disfruto fumando', 'me sirve para no engordar', 'me calma los nervios'....  Tiene una posición de fuerza y se sirve de ella ya que sus mensajes calan en nuestro cerebro con gran eficacia como cuchillos afilados.

Si somos capaces de superar este primer asalto, habremos dado el paso más importante:  la decisión de dejar de fumar.  Este momento es crucial, dado que hemos abierto la caja de pandora.  Puede que la reacción no tenga lugar instantáneamente, pero acabamos de enfadar bastante a nuestro yo fumador.

En las primeras horas tiene lugar una calma tensa, algo está pasando pero no se manifiesta.   Ahora sólo hay que esperar el contra-ataque.  La posición de ventaja de nuestro yo fumador le permite lanzar una ofensiva arrolladora con todo tipo de artillería, fuego de cobertura, ataques aéreos y guerra de guerrillas.  Lo normal es que sucumbamos a este primer envite.  Pero no olvidemos que sólo tenemos que hacer una cosa, y es no fumar.  Aguantar.  El tiempo será nuestro aliado.

Si superamos esta primera fase, nuestro yo fumador comenzará a buscar estrategias más elaboradas, con técnicas de espionaje, y sabotaje.   Dado que accede a los sistemas de control, seguramente no tendrá reparos en causarnos nerviosismo.  Para él es muy fácil no permitirnos dormir.  También es capaz de cambiar nuestro humor y alterar nuestro estado de ánimo.  Esta serie de medidas desestabilizan a cualquiera sobre todo porque son constantes en el tiempo.  Pero no olvidemos que estamos en guerra.  No hay que perder la esperanza:  repito, el tiempo es nuestro aliado.

La batalla transcurre con múltiples agresiones, desde diversos flancos y teniendo como objetivo nuestros puntos débiles.  Nuestra misión no es otra que aguantar, aguantar y aguantar con el convencimiento de que la tormenta remitirá.  Un sólo cigarrillo nos haría perder la batalla al instante.

Curiosamente, cuando nuestro yo fumador se da cuenta de que por la vía directa no consigue nada, cambiará radicalmente de estrategia.  En un momento dado retirará su armamento y se marchará del campo de batalla.  ¡¡Lo hemos conseguido!! pensaremos erróneamente,  'han pasado unos pocos días y no es tan difícil como habíamos previsto', pensaremos también.

En estos momentos nuestro yo fumador se encuentra atrincherado esperando el momento idóneo.  Éste puede ser una celebración especial donde tomas alguna copa, una preparación de un examen, un café tras una buena comida, etc.  Entonces, de repente, aparecerá de nuevo con todo su vigor, fortaleza, recursos y habilidades para imponerte de nuevo sus deseos.  Pero esta vez con mayor virulencia si cabe.  "Toda la ansiedad, el nerviosismo, el malestar, el cansancio pasarán  si fumas un sólo cigarrillo", este es el mensaje que te hace llegar constantemente.  Pero no debemos desesperar:  sabíamos que esto iba a ocurrir, y además, el tiempo es nuestro aliado.  Esa es nuestra principal arma.

Van pasando las semanas.  La lucha continúa alternando ataques directos con guerra de guerrillas.  Periodos de calma son interumpidos violentamente con intensos ataques en el peor momento de debilidad, elegido con precisión.  Estas son sus tácticas y se repetirán durante mucho tiempo.

Han pasado varios meses.  Los ataques se siguen produciendo, pero empezamos a notar que van perdiendo fuerza.  No obstante todavía son muy peligrosos.  No debemos bajar la guardia en ningún momento.  El paso del tiempo comienza a cosechar sus frutos y nuestro enemigo se está empezando a debilitar, pero sigue siendo muy inteligente, incisivo y muy eficaz.

Ya no es capaz de mantener batallas en campo abierto, pero es un experto en la selección de los momentos de debilidad más adecuados.  Es ahí donde centrará la intensidad de sus ataques a lo largo de esta etapa.  Continua siendo muy peligroso.

Ha pasado un año.  Ahora nuestros esfuerzos deben dirigirse a combatir sus ataques selectivos.  Son muy certeros, muy intensos pero de menor duración.  Estamos empezando a tener ventaja sobre él.  No debemos bajar la guardia.

Han pasado dos años.  Los ataques pierden en intensidad.  Lo normal es creer que controlamos la situación y por norma general comenzamos a reducir nuestras defensas.  Es muy fácil caer en un exceso de confianza y por tanto, servirle al enemigo la victoria en bandeja.  Nunca debemos confiarnos.

Los años continúan transcurriendo, nuestro enemigo sigue ahí, cada vez más debilitado, encerrado y sin alimento.  Pero es fuerte y no dudará en atacarte aunque sea con un cortauñas en cuanto te des la vuelta.  Su misión es buscar momentos de debilidad y atacar con toda su violencia.  Repito, nunca debemos confiarnos.

Cuando han transcurrido cuatro o cinco años, los ataques se siguen produciendo, pero carecen de la fuerza inicial.  Requieren atención y paciencia.  Las barreras deben seguir colocadas ya que es habitual subestimar a nuestro yo fumador.

Han pasado diez años.  Los ataques tienen carácter residual, pero lo más significativo es que ¡se siguen produciendo!  Aún nos invade el deseo de fumar en alguna ocasión puntual, con poca intensidad pero ¡continua presente!  la guerra nunca termina.  El paso del tiempo ha hecho mella en nuestro atacante.  El sistema defensivo ha funcionado y lo tenemos cautivo en prisión.  Pero no seamos tan incautos de dejar la puerta de la cárcel abierta.  Nos ha costado demasiado encerrarlo y ya sólo nos supone un pequeño esfuerzo aplastar los pequeños envites que de forma esporádica sufrimos.

No olvides esta máxima:  un sólo cigarrillo hará que vuelvas a fumar.  Da igual el tiempo que haya transcurrido desde que lo dejaste.   Si esto ocurriera, el camino de vuelta ya está hecho y se recorre con gran rapidez. 

Pero estoy seguro que el mero hecho de conocer el funcionamiento de todo este proceso te dará fuerzas para conseguir el éxito. 
Mucha suerte.









jueves, 15 de marzo de 2012

Reglas Básicas de Manipulación Mediática

Casualmente ha caído en mis manos un artículo de Noam Chomsky realmente interesante.  Lo adjunto íntegro para no exista pérdida de información.  No tiene desperdicio.


"Manipulación mediática" por Noam Chomsky.
       

Noam Chomsky elaboró la lista de las "10 Estrategias de Manipulación" a través de los medios. En su libro "Armas Silenciosas para Guerras Tranquilas" Chomsky hace referencia a ese escrito en su Decálogo de las "Estrategias de Manipulación".

1- LA ESTRATEGIA DE LA DISTRACCIÓN.

El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. "Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto 'Armas silenciosas para guerras tranquilas)".


2- CREAR PROBLEMAS, Y DESPUÉS OFRECER SOLUCIONES.

Este método también es llamado "problema-reacción-solución". Se crea un problema, una "situación" prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.


3- LA ESTRATEGIA DE LA GRADUALIDAD.

Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.


4- LA ESTRATEGIA DE DIFERIR.

Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como"dolorosa y necesaria", obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que "todo irá mejorar mañana" y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.


5- DIRIGIRSE Al PÚBLICO COMO CRIATURAS DE POCA EDAD.

La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. Por qué? "Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad (ver "Armas silenciosas para guerras tranquilas")".


6- UTILIZAR EL ASPECTO EMOCIONAL MUCHO MÁS QUE LA REFLEXIÓN.

Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido critico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos...


7- MANTENER AL PÚBLICO EN LA IGNORANCIA Y LA MEDIOCRIDAD.

Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. "La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la mas pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores (ver 'Armas silenciosas para guerras tranquilas)".


8- ESTIMULAR AL PÚBLICO A SER COMPLACIENTE CON LA MEDIOCRIDAD.

Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto...


9- REFORZAR LA AUTO-CULPABILIDAD.

Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución!


10- CONOCER A LOS INDIVIDUOS MEJOR DE LO QUE ELLOS MISMOS SE CONOCEN.

En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídas y utilizados por las elites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el "sistema" ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.



Filósofo, activista, autor y analista político. Es profesor emérito de Lingüística en el MIT y una de las figuras más destacadas de la lingüística del siglo XX, reconocido en la comunidad científica y académica por sus importantes trabajos en teoría lingüística y ciencia cognitiva. Estados Unidos.

jueves, 1 de marzo de 2012

Cómo mantener y mejorar nuestras capacidades

Son múltiples las ocasiones en las que nos quejamos de la falta de memoria (aunque como decía Albert Einstein, nunca nos quejamos de la falta de inteligencia).  También nos quejamos de que nos cansamos cuando subimos una cuesta, que nos fatigamos al correr para coger el autobús, o de que nos hemos vuelto a contracturar la espalda.

Existe un principio fisológico muy sencillo:  lo que el cuerpo no usa, se atrofia.  Ya sean habilidades intelectuales o físicas.

Leí hace algunos años un artículo de Pedro Duque, nuestro famoso astronauta.  Decía que tras pasar largas temporadas en el espacio exterior, sus huesos perdían un alto porcentaje del calcio, razón por la cual cuando regresaba a la tierra debía someterse a un riguroso entrenamiento para recuperar cuanto antes y en las mejores condiciones su forma física.  ¿Cómo actúa el cuerpo en esos casos? Por suerte disponemos de un sistema muy adaptativo de modo que ante la falta de gravedad ya no es necesario tener una estructura osea tan resistente.  Al poco tiempo el organismo comienza a deshacerse del calcio que no necesita para adaptar la estructura osea a las nuevas necesidades, que son menores.

El principio que subyace es mantener un organismo capaz de satisfacer los requerimientos existentes de acuerdo a las costumbres, hábitos y actividades que desempeñemos en cada momento.

Claro está que si habitualmente no hacemos deporte, no podemos prentender correr una media maratón.  Obviamente nuestro sistema muscular y respiratorio no estarán a la altura.

Resulta extremadamente interesante observar el proceso que experimenta el organismo cuando nos enfrentamos a un nuevo reto, ya sea físico o intelectual.  En muy pocos días, comienza a proveer de todos los elementos necesarios para conseguirlo, ya que las necesidades han cambiado.  Así, por ejemplo, los primeros días que comenzamos a estudiar tras un largo periodo de inactividad nos resulta bastante pesado, pero poco a poco, vemos como vamos cogiendo ritmo y nuestro rendimiento es mucho mayor.

El sistema es muy efectivo ya que aprovecha al máximo los recursos.  Sin embargo tiene un inconveniente:  cuando realizamos una nueva actividad debemos superar una barrera inicial.  Sólo dura unos días, pero es suficiente para que en muchos casos nos desanimemos y desistamos antes de tiempo.  Ya lo dice Robin Sharma, cualquier actividad de realicemos durante 21 días se convierte en un hábito.   Y digo yo:  entonces no sólo no nos costará trabajo sino que en muchas ocasiones, una vez adquirido, necesitaremos desarrollar esa actividad para encontrarnos mejor.  Pero cuidado, este principio sólo es válido para los hábitos positivos (virtudes), ya que los hábitos menos saludables (vicios) no cuesta ningún esfuerzo adquirirlos.  Esa es la diferencia.

Ahora sólo nos queda elegir en qué áreas de nuestra vida queremos mejorar.  Así, si queremos encontrarnos mejor físicamente ya sabemos que basta con empezar a correr, apuntarse a natación, cuidar la alimentación, etc.   Si queremos mejorar nuestra memoria, podemos retomar un consejo de Marco Tulio Cicerón en su libro "De senectute":  al acostarnos todas las noches, debemos recordar todo lo que hemos visto, oído o dicho durante el día.  Es un método fácil, económico y muy efectivo.  Sólo requiere ser constante al principio.  Después todo irá sobre ruedas.

El secreto, superar el impacto inicial que nos supone el cambio de hábito, ser persistentes hasta que éste se consolide.  El resultado, una mejora de nuestras capacidades.

Pero existen otros retos que debemos superar para consolidar una virtud.  El primero es hacernos hueco dentro del frenético ritmo diario al que estamos sometidos, especialmente complicado si tenemos hijos y/o un trabajo absorbente.  Pero más importante todavía es superar la atracción de los intensos placeres materiales a los que constantemente estamos expuestos, y que reducen los incentivos que necesitamos para iniciar una actividad saludable.

Para entenderlo mejor, nos podemos imaginar una persona que se encuentra sometida bajo la influencia de un placer muy intenso.  Cabe deducir que mientras dure ese placer, tendrá mermadas las capacidades de racionamiento intelectual.  Por tanto, sin ánimo en absoluto de renunciar radicalmente a todos los placeres, debemos mantenernos cautos en tanto en cuanto limitan nuestra libertad para dirigir el rumbo de nuestros comportamientos de forma racional.  Perdemos libertad.

Claro que esta es un arma de gran potencia para quien sepa utilizarla en su propio beneficio, ya que puede permitir alterar el comportamiento de la población y dirigirlo por caminos previamente diseñados.  Pero ese será el tema de otro post...