jueves, 29 de marzo de 2012

Cómo dejar de fumar

Una de las mejores cosas que he podido hacer es dejar de fumar.  Fumaba una cajetilla diaria y tras mucho esfuerzo conseguí dejarlo hace ya 12 años.

Tengo intención de compartir mi experiencia así como el sistema que utilicé, y voy a compartirlo de forma gratuita.  Mi única satisfacción será saber que, a través de mis consejos, puedas conseguir una mejora en su calidad de vida.  Para mí es suficiente.

En primer lugar, el tabaco es una droga que dispone de una fuerza extraordinaria.  Su intensidad sólo sale a la luz cuando decides dejarlo.  Mientras tanto, el sujeto tiene conciencia de que es fumar es perjudicial, pero el mensaje no tiene calado en la conciencia.  La droga actúa así.

Desde mi punto de vista, la droga opera a un nivel subconsciente, y es capaz de manipular hasta tal punto al individuo que puede conseguir la completa destrucción física, la muerte.  El proceso comienza con un primer contacto.  Nadie con dos dedos de frente que se fuma su primer cigarrillo espera terminar con los pulmones negros sufriendo algún tipo de cáncer.  Entonces se crea una ficción en el cerebro:  el pensamiento predominante es "yo controlo".  Pero no percatamos de que el proceso se ha desencadenado sin que nos demos cuenta, ya que se produce a un nivel subconsciente sobre el cual no tenemos control.

Invariablemente, las razones que nos llevaron a fumar ese primer cigarrillo (ya sea estrés, imagen, rebeldía, etc...) tarde o temprano se volverán a repetir, con la diferencia de que ya está el camino hecho para consumir ese segundo cigarrillo.

Esta es la puerta de entrada.  Por suerte no todos los que cruzan la puerta terminarán fumando, pero está claro que todos los fumadores han pasado por esa puerta.

A partir de este momento, la ficción mental opera con más fuerza y de un modo perverso.  Por un lado se reafirma la conciencia de control sobre el consumo ("yo controlo"), y por otro, cada vez se fortalece más la adicción con el establecimiento de un consumo mínimo pero constante en el tiempo.  Ello implica que estamos empezando a ser adictos a la nicotina pero no somos conscientes de ello.

El proceso el lento pero firme, la ilusión de la conciencia de control permite a la droga operar casi con total impunidad:  los mecanismos que provocan la adición no están disponibles para la parte consciente del cerebro, que sólo consigue acceder a un espejismo que es capaz de ocultar la verdadera realidad. 

Aunque no se puede generalizar, en mi caso transcurrieron dos años desde el primer cigarrillo hasta que me convertí en fumador.  Es un proceso relativamente rápido.

Unos decidirán dejar de fumar pronto, otros más tarde, y algunos otros nunca.  Entre los primeros algunos tendrán éxito y otros no.  ¿por qué ocurre esto?  pues porque cuando decidimos dejar de fumar se desencadena una verdadera batalla con lucha de guerrillas, artillería y carros de combate, se trata de una guerra.  Nuestro enemigo es nuestro yo fumador, el problema es que ¡vamos a luchar contra nosotros mismos! 

Indicar que esta ficción me ayudó enormemente en el proceso de abandono del tabaco y resulta muy útil a la hora de definir su funcionamiento.

Partimos del supuesto de que nuestro enemigo es un yo fumador, que conoce perfectamente nuestros gustos, preferencias y debilidades.  Nos conoce incluso mejor que nosotros mismos ya que accede a partes de nuestra mente a las cuales nosotros no tenemos acceso, me refiero a elementos del subconsciente.

En principio, parece una guerra desigual y realmente lo es.  La única ventaja que tenemos es que el mero paso del tiempo va a debilitar a nuestro enemigo.

Cuando decidimos dejar el tabaco, al principio nuestro enemigo se lo tomará a broma, y te distraerá con cualquier argumento del tipo 'fumar no es tan malo', 'de algo hay que morir', 'disfruto fumando', 'me sirve para no engordar', 'me calma los nervios'....  Tiene una posición de fuerza y se sirve de ella ya que sus mensajes calan en nuestro cerebro con gran eficacia como cuchillos afilados.

Si somos capaces de superar este primer asalto, habremos dado el paso más importante:  la decisión de dejar de fumar.  Este momento es crucial, dado que hemos abierto la caja de pandora.  Puede que la reacción no tenga lugar instantáneamente, pero acabamos de enfadar bastante a nuestro yo fumador.

En las primeras horas tiene lugar una calma tensa, algo está pasando pero no se manifiesta.   Ahora sólo hay que esperar el contra-ataque.  La posición de ventaja de nuestro yo fumador le permite lanzar una ofensiva arrolladora con todo tipo de artillería, fuego de cobertura, ataques aéreos y guerra de guerrillas.  Lo normal es que sucumbamos a este primer envite.  Pero no olvidemos que sólo tenemos que hacer una cosa, y es no fumar.  Aguantar.  El tiempo será nuestro aliado.

Si superamos esta primera fase, nuestro yo fumador comenzará a buscar estrategias más elaboradas, con técnicas de espionaje, y sabotaje.   Dado que accede a los sistemas de control, seguramente no tendrá reparos en causarnos nerviosismo.  Para él es muy fácil no permitirnos dormir.  También es capaz de cambiar nuestro humor y alterar nuestro estado de ánimo.  Esta serie de medidas desestabilizan a cualquiera sobre todo porque son constantes en el tiempo.  Pero no olvidemos que estamos en guerra.  No hay que perder la esperanza:  repito, el tiempo es nuestro aliado.

La batalla transcurre con múltiples agresiones, desde diversos flancos y teniendo como objetivo nuestros puntos débiles.  Nuestra misión no es otra que aguantar, aguantar y aguantar con el convencimiento de que la tormenta remitirá.  Un sólo cigarrillo nos haría perder la batalla al instante.

Curiosamente, cuando nuestro yo fumador se da cuenta de que por la vía directa no consigue nada, cambiará radicalmente de estrategia.  En un momento dado retirará su armamento y se marchará del campo de batalla.  ¡¡Lo hemos conseguido!! pensaremos erróneamente,  'han pasado unos pocos días y no es tan difícil como habíamos previsto', pensaremos también.

En estos momentos nuestro yo fumador se encuentra atrincherado esperando el momento idóneo.  Éste puede ser una celebración especial donde tomas alguna copa, una preparación de un examen, un café tras una buena comida, etc.  Entonces, de repente, aparecerá de nuevo con todo su vigor, fortaleza, recursos y habilidades para imponerte de nuevo sus deseos.  Pero esta vez con mayor virulencia si cabe.  "Toda la ansiedad, el nerviosismo, el malestar, el cansancio pasarán  si fumas un sólo cigarrillo", este es el mensaje que te hace llegar constantemente.  Pero no debemos desesperar:  sabíamos que esto iba a ocurrir, y además, el tiempo es nuestro aliado.  Esa es nuestra principal arma.

Van pasando las semanas.  La lucha continúa alternando ataques directos con guerra de guerrillas.  Periodos de calma son interumpidos violentamente con intensos ataques en el peor momento de debilidad, elegido con precisión.  Estas son sus tácticas y se repetirán durante mucho tiempo.

Han pasado varios meses.  Los ataques se siguen produciendo, pero empezamos a notar que van perdiendo fuerza.  No obstante todavía son muy peligrosos.  No debemos bajar la guardia en ningún momento.  El paso del tiempo comienza a cosechar sus frutos y nuestro enemigo se está empezando a debilitar, pero sigue siendo muy inteligente, incisivo y muy eficaz.

Ya no es capaz de mantener batallas en campo abierto, pero es un experto en la selección de los momentos de debilidad más adecuados.  Es ahí donde centrará la intensidad de sus ataques a lo largo de esta etapa.  Continua siendo muy peligroso.

Ha pasado un año.  Ahora nuestros esfuerzos deben dirigirse a combatir sus ataques selectivos.  Son muy certeros, muy intensos pero de menor duración.  Estamos empezando a tener ventaja sobre él.  No debemos bajar la guardia.

Han pasado dos años.  Los ataques pierden en intensidad.  Lo normal es creer que controlamos la situación y por norma general comenzamos a reducir nuestras defensas.  Es muy fácil caer en un exceso de confianza y por tanto, servirle al enemigo la victoria en bandeja.  Nunca debemos confiarnos.

Los años continúan transcurriendo, nuestro enemigo sigue ahí, cada vez más debilitado, encerrado y sin alimento.  Pero es fuerte y no dudará en atacarte aunque sea con un cortauñas en cuanto te des la vuelta.  Su misión es buscar momentos de debilidad y atacar con toda su violencia.  Repito, nunca debemos confiarnos.

Cuando han transcurrido cuatro o cinco años, los ataques se siguen produciendo, pero carecen de la fuerza inicial.  Requieren atención y paciencia.  Las barreras deben seguir colocadas ya que es habitual subestimar a nuestro yo fumador.

Han pasado diez años.  Los ataques tienen carácter residual, pero lo más significativo es que ¡se siguen produciendo!  Aún nos invade el deseo de fumar en alguna ocasión puntual, con poca intensidad pero ¡continua presente!  la guerra nunca termina.  El paso del tiempo ha hecho mella en nuestro atacante.  El sistema defensivo ha funcionado y lo tenemos cautivo en prisión.  Pero no seamos tan incautos de dejar la puerta de la cárcel abierta.  Nos ha costado demasiado encerrarlo y ya sólo nos supone un pequeño esfuerzo aplastar los pequeños envites que de forma esporádica sufrimos.

No olvides esta máxima:  un sólo cigarrillo hará que vuelvas a fumar.  Da igual el tiempo que haya transcurrido desde que lo dejaste.   Si esto ocurriera, el camino de vuelta ya está hecho y se recorre con gran rapidez. 

Pero estoy seguro que el mero hecho de conocer el funcionamiento de todo este proceso te dará fuerzas para conseguir el éxito. 
Mucha suerte.









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